Ahora que mis hijos son jóvenes adultos y se han ido de casa ¿qué hago con mi vida?

Durante los años de crianza de los hijos, nuestras vidas eran muy activas y casi no teníamos tiempo para invertir en nosotros mismo. Siendo padres de familia mixta compuesta por los cuatro hijos de mi esposo y los dos míos, estar rodeados de gente era la norma. Además las actividades de cada uno de ellos nos mantenían completamente ocupados y al llegar la noche, caíamos agotados por tanto ajetreo.

No nos dimos cuenta lo rápido que pasó el tiempo y de repente nos vimos en una casa llena de recuerdos pero completamente vacía. Ya todos habían crecido y estaban terminando sus estudios Universitarios o trabajando. Nos preguntábamos entonces… ¿dónde habían quedado aquellos momentos en que nos sentíamos desfallecer por los conflictos entre nuestros hijos o entre él y yo? ¿dónde fueron a dar esas pequeñas y grandes victorias familiares que fuimos construyendo día a día con paciencia, perseverancia y fe? ¿qué se hicieron todas las conversaciones que tuvimos con cada uno de los hijos para tratar de entender que les estaba pasando o simplemente para compartir con ellos cómo nos sentíamos? 

Comprendimos entonces que ese tiempo ya había pasado y que nos encontrábamos en otra etapa de nuestras vidas. Podíamos volver a ver atrás y sentirnos satisfechos de los frutos que nos dejó tanto trabajo y tanto esfuerzo realizado para sacar a nuestra familia adelante. Pero ahora ¿qué?… 

Mi esposo gracias a su trabajo se había mantenido activo y ocupado, pero en mi caso la cosa era mucho más difícil. Hacía varios años había dejado de trabajar para hacerme cargo de la familia, y eso me dejaba en desventaja. Básicamente me sumergí en mi rol de mamá rescatadora de todos y perdí mi identidad como individuo. 

Fue entonces cuando me di cuenta que necesitaba darle sentido a mi vida para no perderme en pensamientos que me estaba arrastraban al pasado llenándome de nostalgia y dolor. Busqué ayuda profesional para trabajar en mis creencias limitantes y logré tomar la decisión de incorporarme nuevamente a mis funciones laborales. Sin duda alguna hacer algo diferente que me llenara de ilusión fue la clave para salir de mi zona de confort. Volví a sentirme activa y productiva otra vez y esto me ayudó a salir adelante. Me ubiqué en mi posición de adulto y desde ahí empecé a relacionarme también con los hijos. Descubrí que entre más me realizaba en mi trabajo y formación académica (porque empecé a estudiar de nuevo) más interesante se hacía mi vida.

Tuve tiempo de retomar mi relación con mi esposo, y disfrutar de los momentos juntos que hacía muchísimos años habíamos dejado en pausa. Durante el tiempo de crianza de los hijos no sabíamos cómo distribuir nuestro tiempo entre ellos, las obligaciones y nosotros dos. Hoy en día sabemos que no es necesario sacrificar el tiempo de pareja, pero en aquella etapa de nuestras vidas avanzamos con lo que teníamos, con lo que sabíamos y con lo que podíamos.

Tener claro hacia dónde quería ir en esta nueva etapa y avanzar en esa dirección como lo hacemos en el Coaching, hicieron la diferencia en mi vida. Me di cuenta que sí existen áreas importantes en las que puedo seguir trabajando, pude establecer metas claras y diseñé planes de acción que me ayudaron a avanzar confiadamente hacia una posición actualizada y renovada de mí misma.