Cuando las fechas importantes se convierten en conflicto para la familia ensamblada
Desde el momento en que empezamos a formar parte de una familia ensamblada, pensar en pasar tiempo de familia juntos no es tan fácil de lograr. En fechas significativas como las que acabamos de pasar (Navidad y Año Nuevo, por ejemplo), toca negociar con nuestros ex-conjugues con quién pasarán nuestros hijos y cuál será el momento en que podremos disfrutar con ellos.
Recuerdo que cuando mis hijos salían a vacaciones cada diciembre, me llenaba de ansiedad ante la idea de no poder estar con ellos en Navidad; algunos años les tocaba conmigo y otros con su padre biológico. La situación solo empeoraba cuando los momentos a compartir, terminaban en pleitos y reclamos.
Mi actual esposo y yo pronto comprendimos que mucho de esto ocurría, porque no sabíamos manejar el dolor que nos producía tener que compartir a nuestros hijos. Por eso un día decidimos que nuestra Navidad la celebraríamos dos días antes de la fecha oficial, asegurándonos así que siempre tendríamos la oportunidad de compartirla con ellos.
Sin darnos cuenta, instauramos tradiciones que seguimos practicando veinte años después. No solo fue el cambio de fecha sino también, los espacios de reflexión que procuramos crear después de la cena, en los que todos debemos decir tres cosas de las que estamos agradecidos ese año. Este ejercicios nos ha ayudado a bajar la tensión producida cuando los conflictos y la falta de comunicación hacen interferencia en nuestras relaciones.
Cuando terminamos una relación afectiva en la que hay hijos de por medio, es fundamental lograr aceptar con paz el hecho de que las cosas no volverán a ser como antes. Nos podemos preguntar entonces ¿qué podemos hacer diferente para crear nuestras propias tradiciones y nuestra propia historia en familia? Echemos mano a toda nuestra creatividad, para honrar los valores que como familia nos definen. Preguntándonos qué queremos lograr como unidad y hacia dónde queremos ir, podremos construir una estructura que ofrezca mayor estabilidad a nuestro núcleo familiar, y mejores oportunidades de crecimiento para cada miembro de la familia.