¿Quién apagó la luz?

La sensación de estar a oscuras en un espacio desconocido, produce a muchas personas angustia, confusión y miedo. Pero ¿por qué ocurre esto? El no saber dónde estamos, o hacia dónde ir, nos hace pensar que hemos perdido el control y que muy probablemente vamos a fallar cada intento. La sensación de inseguridad nos dispara todos los miedos que estábamos tratamos de ocultar y nos congelamos ante la posibilidad de fracasar.

Algo similar ocurre, cuando nos encontramos en un momento de la vida en el que no sabemos dónde ir, ni que decisión tomar. Es como si alguien nos hubiera apagado la luz y no encontráramos las respuestas. Nuestro cerebro entra en un estado de alerta y trata de mil formas de buscar soluciones. Pero entre más tratamos, más nos enredamos y menos avanzamos. Por eso empezamos a sentirnos mal, sin esperanzas, frustrados y cansados de intentar.

En esos momentos, el proceso de Coaching cumple la importantísima función de encender esa luz, de mostrar desde otra perspectiva el camino y sobre todo nos ayuda a tranquilizarnos y a confiar en nosotros mismos.  Es como el faro que desde lejos nos va guiando para que podamos tomar nuestras propias desiciones y llegar al lugar exacto que queremos alcanzar.

Poder tener claridad de cuál es el rumbo que queremos tomar, nos hace la tarea más fácil. Aunque estemos consciente de que el camino será largo, sabemos que no nos  vamos a desviar y que cada día estaremos más cerca de nuestra meta. De eso se trata el Coaching:  Darnos la estructura para avanzar confiados y seguros. 

Por su parte, el Coach estará a nuestro lado brindándonos un espacio seguro y confiable, para poder expresar nuestros miedos, frustraciones y sueños, sin temor a ser juzgados. Empezamos a ver con claridad y descubriremos ese maravilloso ser creativo y dinámico que está dentro de nosotros