Cuando la relación con tus hijos afectivos es conflictiva

Muchas parejas atraviesan la dolorosa experiencia de ver desaparecer sus vínculos afectivos y terminan separándose. Cuando hay hijos de por medio, la situación se complica aún más porque este proceso implica cambios drásticos y nuevos retos que pueden producir frustración y sentimientos de culpa. 

Ocurre con frecuencia, que cuando uno de los ex-cónyuges decide formalizar una nueva relación de pareja, lo hace con la ilusión y la esperanza de construir un nuevo hogar que incluya los hijos de su relación anterior. Este nuevo proyecto de vida viene cargado de altas expectativas y buenos deseos. Sin embargo, al poco tiempo de convivir juntos la pareja se ve obligada a aceptar que ese sueño anulado se esfumó, y que ahora deben lidiar con situaciones conflictivas y dolorosas.

Generalmente en el momento en que se decide incorporar a los hijos de relaciones anteriores al nuevo núcleo familiar, inician las guerras de poder. Una de las más desgastantes es la que surge entre hijos y padres afectivos. Toda esta tensión va a repercutir directamente en la pareja y su relación se empezará a ver fracturada. La armonía soñada no se hará presente y esto producirá mucha tensión y reclamos constantes. De ahí la importancia de contar con ayuda profesional que los pueda ir guiando en este proceso.

Un detonante en estos conflictos, suele ser el deseo de los padres afectivos de competir con los padres biológicos por el cariño de los hijos. Esta dinámica se da de forma inconsciente y produce mucho desgaste y dolor para todos. Algo que le recomiendo a mis clientes en nuestras sesiones de Coaching es definir cuáles son las metas que como familia quieren alcanzar, cuáles son los valores que los moverán a alcanzarla y luego entre los dos elaborar un plan de acción realista con el cuál se sientan comprometidos a seguirlo. 

Definir cuáles son los roles que la pareja va a tener en el nuevo núcleo familiar, también  es muy importante; además hay que tomar en consideración algo que va a causar  mucho dolor emocional y es aceptar que los padres afectivos no podrán ocupar el lugar del padre o madre biológico para los hijos de su pareja. Cuando esta realidad es aceptada, se abre la posibilidad de construir una relación sana y duradera.

La armonía entre los miembros de una familia ensamblada sí es posible de alcanzar, sin embargo esta requiere mucho tiempo y esfuerzo. Por lo tanto, creer que  el cariño de los hijos afectivos se puede exigir o que la felicidad se tiene que dar de forma inmediata, hará que el proceso sea más lento y frustrante. Es preso que debe existir un compromiso serio y profundo por parte de la pareja, para fortalecer los lazos afectivos entre los miembros del nuevo núcleo familiar.

Por último, se debe tomar en cuenta que el respeto de los hijos afectivos se obtiene no compitiendo o imponiéndose, sino construyendo una relación de confianza y sinceridad. De esta forma todas las partes podrán encontrar los espacios necesarios para expresar cómo se sienten, explicarse unos a otros qué les gustaría recibir y lo qué no están dispuestos a aceptar. Con esta dinámica se irán definiendo con más claridad, los valores y los principios de la familia; la tolerancia, la paciencia, el respeto, el amor y la humildad son la base del éxito de una familia ensamblada.