¿Madrastra o madre afectiva?

Cuando los hijos de mi esposo se referían a mí como “mi madrastra” o a ellos mismos como “mis hijastros” me sentía muy incómoda y molesta. En un principio no entendía por qué me sentía así, pero después comprendí que este término representaba una carga emocional negativa muy grande para mí. Me bastó recordar los cuentos de hadas que me contaban de niña y que hasta yo mismos le contaba a mis hijos. En estos, generalmente el personaje mal intencionado y despreciado por todos era precisamente la “madrastra”.

Para mí, el momento detonante fue cuando en clases uno de mis alumnos de tercer grado, después de conocer al hijo de mi esposo me dijo: “!Pero Miss Alina, usted no puede ser madrastra! Las madrastras son brujas malas que no quieren a los niños”. Este comentario me dio la oportunidad abrir un espacio para hablar del tema con mis alumnos y poder limpiar de alguna manera la imagen de tantas madres y padres  afectivos que hoy en día conformamos la sociedad. Entre otras cosas les expliqué, como yo me había dado cuenta de que los cuentos estaban equivocados; que las madrastras podían ser dulces y amorosas como lo es la mujer extraordinaria que me crió a mí y a mis hermanas después de la muerte de nuestra madre biológica. Sin embargo me duele muchísimo darme cuenta que aún hoy en día, no importan las ganas y el amor que pongamos por sacar a nuestra familia ensamblada adelante, muchos nos seguirán viendo como “los malos de la película”. 

No sé exactamente cuándo escuché el término de madre afectiva, pero sin duda alguna me sentí identificada con este. Siempre he dicho que en efecto los hijos de mi esposo no nacieron de mi vientre, pero sí de mi corazón. Así que a partir de este momento la sombra de la bruja mala desapareció de mi mente.  

Los padres e hijos afectivos, formamos familias ensambladas. Y es que ensamblar se refiere a la acción de acoplar, unir o juntar varias piezas diferentes para luego armar con ellas un nuevo objeto. En nuestra nueva estructura familiar funciona parecido, todos somos diferentes, venimos de familias anteriores y sin embargo estamos tratando de acoplarnos y funcionar como una nueva unidad. Este proceso requiere tiempo y ayuda profesional para lograrlo, pero sobre todo mucho entendimiento, comunicación asertiva, amor y respeto entre los miembros de la familia.